Relato de un viaje que duró 8 años…
y que aún no termina…
Por Lucas Cwierz:
Después de 8 años de dar vueltas alrededor del globo y haber estado en mas de 50 países, me di cuenta que no escribí mucho sobre mis aventuras, diría casi nada. Aunque creo que mi vida adulta comenzó hace 8 años, puedo decirte cuando y donde estuve en todo este tiempo de mi vida, pero si me preguntas por el periodo anterior, todo se vuelve muy vago, se podría resumir en 10 años de trabajo y estudio y anterior a eso, la adolescencia… la mejor etapa de la vida (lo malo es que uno suele darse cuenta cuando ya pasó).
Cuando Blas me pidió que escriba algo relacionado con el destino que mas me gustó o sorprendió o que volvería, no se me venia nada a la cabeza. Aunque todo esta claro en mis recuerdos, la capacidad de asombro fue desapareciendo a medida que me volvía un viajero experimentado. Haber visitado prácticamente todo Asia, llegar desde Hong Kong hasta Tallin por tierra, usando trenes (incluido el Transiberiano), buses y jeeps como únicos medios de transporte. Recorrer desde Lituania a Grecia ida y vuelta en auto, manejando por algunas de las mejores rutas panorámicas del mundo. Ir desde Buenos Aires a Colombia y volver, en una camioneta que prepare y acondicione junto a mi novia, mas el incontable numero de vuelos que tome, hacen muy difícil la elección.
No me gusta leer blogs, me aburren. las pocas veces que los visite fue en búsqueda de alguna información precisa.
Será porque todos somos muy distintos, y que muchas veces no coincidimos en los gustos, no quiero dejarme influenciar por otras personas. Un gran amigo le dijo al padre: “déjame vivir mis propias experiencias” mientras el aceite para papas fritas se quemaba y se ahumaba la cocina. Yo no quiero que se me queme el aceite, pero tampoco quiero que le visión de otra persona influya en la mía.
Haciendo de esta la excepción a la regla, voy a pasar a contar una experiencia puntual que se dio en Nepal en el año 2013.
Porque Nepal? Resulta que una chica que había conocido durante un viaje (China), con la cual viví en Portugal y luego terminamos separándonos, estaba yendo para ahí. Hacia muy poco tiempo que volvimos a conectarnos y me contó de sus intenciones de ir a Nepal, a la base del Everest. Yo la quería ver, nuestra historia no había terminado y cuando ella dijo Nepal automáticamente vino a mi cabeza Los caminos a Katmandú de Rene Barjavel. Saque mi vuelo de Australia a Nepal para abril de 2013, no sabia que iba a hacer, la verdad poco me importaba, solo la quería ver a ella y el resto se iba a dar de manera natural, como todo se fue dando desde que tome mi primer avión. Unos días previo al vuelo busque información sobre que hacer, a donde ir, comidas, etc. (wikitravel resulta ser un buen aliado en esos momentos).
Cuando llegas a Katmandú suele recibirte algo muy particular que tiene ese lugar, la polución, y es muy probable que te agarres lo que muchos llaman la “fiebre de Katmandú”. A mi me duro un par de días, el cuerpo se siente algo extraño, y eso se debe a que no se adapta tan rápido a un ambiente tan contaminado. Yo llegue unos días antes que ella por lo cual, salí a recorrer los templos, las calles, los comercios, muy poco quedaba de lo leído en aquel libro, no era la misma Katmandú que había imaginado por sus descripciones.
El momento de la verdad había llegado, me estaba por encontrar con el motivo principal de mi visita a Nepal, llamémosla B. Cuando escuche los golpes en la puerta de mi habitación mi corazón comenzó a latir un poco mas rápido de lo normal, abrí la puerta y ahí estaba B flaca y quemada por el sol después de su expedición. Unos segundos duro ese momento en el cual todo resulta muy incomodo, hasta que nos fundimos en una abrazo, nos habíamos vuelto a encontrar.
B estaba viajando con 2 amigos de su país (Lituania) con quienes ya había decidió alquilar unas motos para salir a recorrer Nepal. B no sabia manejar moto y yo lo máximo que había manejado eran scooters, nunca una con cambios.
Quise convencer a B que podíamos hacer el mismo recorrido pero en bus, todo iba a resultar mas fácil y menos peligroso. Ella quería la moto, parecía que ya lo había decidido, no había muchas opciones, así que moto iba a ser.
La elegida fue una Pulsar 125, a razón de 4 dólares por día. Ahí estábamos los 5 motorizados, se había sumado un lituano mas, destino final, Parque Nacional de Bardia. Nos llevo un buen tiempo recorrer los casi 600 km que nos separaban de Bardia. Hubo varias paradas en el camino, una de ellas fue Lumbini, se lo considera como el lugar de nacimiento de Buda. La velocidad crucero de B era de unos 60 km por hora, la cual bajaba muchísimo en ciudad, yo la escoltaba a todo momento. Por suerte hubo muy pocos accidente en el grupo, ninguno de gravedad, mas que chocar contra barriles por esquivar una vaca (uno de los lituanos). El confort de la Pulsar para manejarla por periodos largos era inexistente, nunca pensé que podía dolerme tanto el culo de estar sentado.
Después de un par de días llegamos a Bardia, en la entrada al parque nacional pudimos arreglar con un guía para que nos lleve a recorrer. Quiero confesar que hasta ese momento no había preguntado el motivo por el cual íbamos a ese lugar, en la charla con el guía me entero que íbamos a hacer un safari a pie, que duraría todo el día. Existía una probabilidad de ver algún tigre en su hábitat natural. Para nuestra protección nos iban a dar un palo a cada uno, si, leyeron bien, UN PALO!, una especie de bastón, quizá 1,5 m de largo, aun me sigo preguntando como me hubiera protegido de un posible ataque de un tigre con un palo. Al día siguiente con la primera luz comenzamos nuestra aventura, el guía nos iba contando del entorno en el cual nos encontrábamos, nos indicaba a que animal pertenecía los restos de mierda que nos cruzábamos en el camino. Repetidas veces dijo Tigre, lo cual no generaba un sentimiento claro dentro mío, ya que toparse con un tigre en ese momento podría costarnos la vida. Recorrimos un largo camino a pie, cruzando algunos ríos de muy poco caudal, donde en algunos momentos del año esta habitado por cocodrilos, hasta llegar a un humedal. Un rio nos separaba de una especie de isla que teníamos enfrente, ahí estaba un rinoceronte dándose un baño y mas atrás un elefante, era la primera vez en mi vida que veía un rinoceronte y que realizaba un safari. Fue una sensación indescriptible muy similar a la que me genero ver un panda por primera vez en China. Luego de un largo rato de estar observando el guía dijo que no siempre se ven tigres y de poder hacerlo ese era el mejor lugar, decidimos quedarnos un par de horas para ver que pasaba. El descanso era inminente todos menos el guía cerramos los ojos por un rato. No paso mucho tiempo que gran excitación y susurrando el guía nos decía TAIGER, TAIGER!!!!
Ahí estaba él, cruzando el rio, caminando de manera imponente, mostrando el porte de tigre que lo caracterizaba. Los 600 km y el dolor de culo habían valido la pena, estábamos en presencia de un tigre en su hábitat natural. Nos quedamos viendo hasta perder de vista al tigre y comenzamos nuestro regreso con alguna paradas en el camino para disfrutar de un hermoso atardecer. El día había terminado, la excitación del guía nos dejo claro que habíamos vivido un evento que no muchos tienen la suerte de presenciar. No había sido otro día mas en la oficina.
Pero al igual que con la adolescencia, paso un buen tiempo hasta entender completamente lo acontecido ese día, todo se había dado de una manera muy natural. Quedará en mi memoria por siempre, quizás uno de los días mas importantes como viajero.